LA FABRICACION Y JALADA DE LA CANOA BRIBRI

Para fabricar las canoas los indios Bribris buscan un árbol que reúna las condiciones de calidad, altura, ancho y tipo. No todas las maderas sirven, entre ellas la del cedro amargo es muy buscada ya que no es de las más pesadas y tiene gran resistencia, la de caobilla es abundante y fuerte pero pesa más.

El árbol a utilizar no necesariamente está cerca, en algunos casos se encuentra en la selva, donde la topografía es quebrada, a kilómetros del río. La canoa se hace en la selva y luego se lleva hasta la ribera.

Cuando se toma la decisión de sacar la canoa esta se encuentra en la fase final de fabricación. La presentación es rústica y se debe afinar después de sacarla de la selva. Según el tamaño del árbol se puede fabricar una canoa larga y otra corta del mismo tronco.

Para llegar hasta el río es necesario hacer una trocha en la montaña y empujar las canoas varias horas con la ayuda de los amigos y vecinos: es un trabajo comunal donde todos colaboran voluntariamente.

En la canoa larga trabajan en equipo de 20 a 25 personas, 10 o 12 por costado. En la parte delantera se amarra un mecate fuerte y largo para sujetarlo a los árboles cercanos para evitar accidentes. El encargado halar el mecate una vez asegurada la canoa, lanza un fuerte grito que indica a los demás que deben empujar. Nuevamente tensa el mecate y grita, todos al mismo tiempo empujan y sube otro poco; de nuevo asegura la canoa, lanza un fuerte grito todos empujan, esto se repite varias veces hasta llegar a lo alto de la trocha.

Cuando los trechos son planos o con poca inclinación no se utilizan los mecates.

En las bajadas cambian la posición del mecate a la parte de atrás y se amarra nuevamente a un árbol, pero esta vez se va aflojando el mecate para evitar que la pesada canoa coja impulso y se golpee o golpee a los participantes.

El avance es lento, requiere tenacidad y constancia pues a veces hay que subir o bajar y algunas trochas son angostas lo cual dificultad el trabajo.

Cuando todos esta casi a punto del desmayo, llega el encargado de hidratar al grupo. Se detienen por un momento e inician un rato de diversión y descanso.

La bebida usual es chicha, la cual comparten con alegría, y la toman en un sólo guacal que pasan entre ellos hasta que se acaba. Entre risas y risas se vuelve a llenar el guacal y se continúa pasando hasta que de nuevo queda vacío, después de unos minutos se continua el trabajo.

Una vez en el río se debe lidiar con las piedras, los troncos, en muchos casos deben sacar la canoa del agua para rodear una catarata, en otros se queda pegada entre las piedras y la presión del agua la sostiene con fuerza y los hombres luchan incansablemente para arrancarla de los brazos del río. En algunos oportunidades se inclina la canoa y el agua logra subirse, cual pasajero que no pago tiquete, aumentando considerablemente el peso. Los hombres deben esforzarse para sacarla, pero el río no quiere que se vaya, la retiene con fuerza y no la quiere entregar.

Nuevamente deben usar el mecate para asegurar la canoa, no están dispuestos a perderla, es un pulso entre el río y los hombres, conversan en voz baja para que el río no los escuche, para engañarlo y crea que ganó. Inclinan la nave para drenar el agua, aflojan el mecate, empujan con fuerza. Anteriormente habían cortado unas varas en la selva que las utilizan como palancas.

Por fin empieza la canoa a ceder y poco a poco la empujan. El encargado grita “más fuerza ya se movió un poco”, y se mueve otro poco, otro hasta que continúa corriente abajo.

En estos casos puede tomar más de 30 minutos hacer que la canoa flote con libertad. Todos quedan agotados pero faltan unos pocos metros para llegar a las aguas mansas. Sale un grito de lo más profundo de la garganta del guía: empujen, empujen. Por fin pueden descansar otro rato, y el guacal vuelve a circular. El silencio de la selva se cambia por las risas, el murmullo del río casi no se escucha, entre bromas todos comparten el triunfo: el peor de los rápidos ha sido superado, todos saben que lo más duro ya pasó.

Este esfuerzo de muchas horas es agotador y peligroso. No hay centros médicos cerca, sí uno de los ayudantes llegara a quedar prensado podría morir o quedar muy maltratado y se durarían muchas horas para avisar del accidente. En estos casos la mejor alternativa sería acostar al herido en la canoa y con todos los riesgos que implica, pasando por rápidos, cascadas pequeñas, aguas mansas, remolinos y sabe Dios que más cosas para salir a dejar el herido en un lugar seguro.

Esta actividad es una experiencia única, llena de alegría y colorido, compartida con personas alegres y trabajadoras que hacen un gran esfuerzo para ayudar a un amigo en la obtención de una canoa.

Al llegar donde el río es navegable ha nacido un nuevo miembro en la comunidad, un nuevo medio de transporte, un empujón al progreso de la zona, al cual le esperan varios años de trabajo, llevando personas, víveres, herramientas de trabajo, nuevos pobladores, turistas etc.

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